Palabras del doctor Roberto Rosario Márquez en el acto de Juramentación Miembros y Suplentes 158 Juntas Electorales

Palabras del doctor Roberto Rosario Márquez en el acto de Juramentación Miembros y Suplentes 158 Juntas Electorales

Publicado por: Anonym/Thursday, March 3, 2016/Categorías: Pleno JCE, Presidencia JCE, Elecciones, Elecciones 2016, Preparativos Elecciones, Comisión Juntas Electorales y PP, Dirección de Comunicaciones

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Nos hemos convocado en este día especial, en ocasión de este acto de juramentación de los hombres y mujeres que en todo el territorio nacional, fueron escogidos para conformar las juntas electorales que en cada uno de los 158 municipios y 234 distritos municipales, administrarán las elecciones. Es pues, una jornada muy peculiar, solemne, muy sobria, que ha tenido el privilegio de recibir con antelación, la sabia emanada de nuestro distinguido invitado, el señor Dan Restrepo, especialista en los asuntos propios de la política, el Poder y las elecciones. 

De conformidad con lo previsto en nuestra Constitución, el tercer domingo de mayo del presente año, que casualmente es el día 15, los dominicanos y las dominicanas tenemos un encuentro con la democracia. Pondremos en práctica el ejercicio del derecho al sufragio, cuando en cumplimiento de nuestra Carta Sustantiva, asistamos donde funcionarán las asambleas electorales, organizadas en colegios electorales, que habitualmente se abren cada cuatro años, con la excepción de que estas asambleas permitirán la elección, de manera simultánea, de las personas postuladas para todos los cargos de elección popular del Estado dominicano. 

No hay dudas, que estamos ante el evento asambleario electoral de mayor complejidad en las últimas décadas, de que hemos retornado con mayor dimensión a la forma de funcionamiento de estas asambleas en el siglo pasado. Por eso, este evento se perfila como el de mayor impacto cuantitativo en la historia electoral dominicana, y por la forma en que es organizado, como el más trascendente, desde el punto de vista cualitativo. 

Para el 15 de mayo están habilitados y convocados para que concurran, más de seis millones, 765 mil ciudadanos y ciudadanas, registrados y registradas en la lista de electores, lo que les permitirá ejercer el derecho a votar por quienes consideren más aptos para representarles en las instancias gubernamentales: Presidencia de la República, Vicepresidencia de la República, Congreso Nacional, gobiernos municipales y representantes al Parlacen. En correspondencia con la Ley General de Cédula y la Ley de Registro Electoral, cumplimos con la revisión de este listado, que aunque debe realizarse cada 10 años, estaba pendiente desde hace casi dos décadas. Esto nos permitió, por primera vez, relacionar los últimos avances tecnológicos -la biometría facial y dactilar- con nuestro rasgo distintivo de identidad. 

Estas informaciones y tecnologías, actualmente son utilizadas por la Procuraduría General de la República, la Policía Nacional, en sus políticas de prevención y persecución de actos delictivos, y por Migración en el control del tránsito hacia y desde nuestro territorio; lo cual constituye un aporte de la Junta Central Electoral a las políticas públicas de seguridad del Estado. 

Hasta ahora, el sistema democrático no ha sido superado por ningún otro, y se mantiene como el preferido por la casi totalidad de la humanidad. Uno de sus atributos esenciales es la asignación de roles institucionales, sectoriales, personales, de forma que todos estemos en condiciones de aportar a su existencia, y obviamente a su perfeccionamiento. Es como si la democracia se personificara, e interpelara a cada ciudadano y ciudadana en el sentido siguiente: 

Tú te beneficias permanentemente de mí. Gracias a que yo existo tú puedes vivir en libertad, ser artífice de tu progreso, y en igualdad de oportunidades decidir quiénes, en tu nombre van a gobernar. Pero para mi existencia necesito de ti, se requiere que en este momento, tú hagas tu parte”. 

Precisamente hoy, estamos aquí en respuesta a este postulado democrático, que nos sitúa en el deber ser como ciudadanos y ciudadanas, como parte de nuestro compromiso con este llamado, al cual hemos respondido de manera voluntaria, inducidos e inducidas por la voz interior del deber. 

Como miembros de las juntas electorales son los administradores de las elecciones, en sus demarcaciones. Son personas muy importantes porque ustedes, por este rol tan trascendente, son garantes de la transparencia en nuestras elecciones, de la objetividad de sus resultados. 

A ustedes les ha motivado corresponder con la confianza depositada por los habitantes de sus municipios, a través de las organizaciones representativas de la sociedad civil, que han avalado ante los funcionarios de la Junta Central Electoral encargados de esta selección, las virtudes cívicas que les adornan, necesarias para irradiar confiabilidad en el proceso electoral. 

Como miembros de las juntas electorales, hoy ustedes asumen la condición de funcionarios públicos… de manera honorífica. 

Destacamos de manera honorífica, no para establecer una diferenciación meramente pecuniaria entre los miembros de las juntas electorales y quienes por sus servicios al Estado devengan algún salario. Lo hacemos porque en la definición simple de la Real Academia de la Lengua, el adjetivo honorífico se refiere al aporte de honor. “El honor es una cualidad moral que lleva al sujeto a cumplir con los deberes propios respecto al prójimo y a uno mismo. Se trata de un concepto ideológico que justifica conductas y explica relaciones sociales”[1]. 

Cuando existe consenso, o coincidencia, respecto a la honorabilidad de un hombre o de una mujer, en el entorno social en el cual desarrolla sus labores, esa persona aporta un valor materialmente incuantificable, que desde el punto de vista moral, contribuye al principal activo de las instituciones que tienen como tarea principal el servicio a la ciudadanía, como son todas las instituciones públicas, y en nuestro caso particular, el organismo que junto a ustedes debe rendir cuentas por las próximas elecciones. 

Tenemos el compromiso de administrar y dirigir un proceso con la máxima participación ciudadana, con el más elevado nivel de transparencia, construido a través de una práctica, que durante todo su desarrollo proyecte una imparcialidad de tal magnitud, que por sí misma invalide el más ínfimo cuestionamiento a los resultados que emanen de la voluntad mayoritaria de los sufragantes. 

El compromiso con la defensa al derecho de cada ciudadano y cada ciudadana, desde los puntos de vista ético y moral, trasciende el espíritu del mandato constitucional: “Las elecciones serán organizadas, dirigidas y supervisadas por la Junta Central Electoral y las juntas electorales bajo su dependencia, las cuales tienen la responsabilidad de garantizar la libertad, transparencia, equidad y objetividad de las elecciones[2]. 

De la misma forma que después de electos, quienes ahora son candidatos y candidatas deben actuar como representantes de todos y todas, conferir primacía al interés colectivo, por encima de intereses particulares y sectoriales; antes del veredicto definitivo en las urnas, nosotros, los miembros de la Junta Central Electoral y de las juntas electorales, representamos a todos los ciudadanos y a todas las ciudadanas, y consecuencialmente, somos la garantía ante ellos y ellas, de la diafanidad del proceso, en todas sus etapas. 

Pero nuestra misión es más trascendente aun. 

De la confiabilidad que inspire el proceso electoral, de la percepción de pulcritud que tengan todos los actores del mismo y la generalidad poblacional, depende en gran medida la estabilidad política y por ende el progreso económico; la paz ciudadana. He aquí una gran prueba ética para nosotros, colectiva e individual. 

En este contexto, asumimos la ética desde la concepción idealista hegeliana, según la cual las acciones de los  individuos deben dirigirse a la  búsqueda del bien común. Desde esta óptica, la ética tiene un vínculo estrecho con la moral, fundamentada en los legados de los hombres y mujeres que en un contexto representan la suma de las aspiraciones sociales y políticas de una determinada nación. 

Desde el año 1838, cuando fue fundada La Trinitaria, dominicanos y dominicanas han luchado por un sistema de gobierno que represente las aspiraciones más sublimes de la humanidad, adaptadas a nuestras particularidades. Hemos obtenido importantes avances en la democracia representativa y sus características esenciales: división de poderes, soberanía popular y libertades públicas. Electoralmente hablando, nosotros somos los principales guardianes de esos logros.  

Tenemos la satisfacción de compartir este escenario, reunido en asamblea, con una parte esencial del Poder electoral, que ha logrado los niveles más altos de confiabilidad y credibilidad en toda su historia, gracias a la responsabilidad, y la objetividad en sus actuaciones. Hoy les digo, que me siento orgulloso de todos ustedes, por haber logrado que casi el 70% de la población confíe en que su voluntad, expresada en las urnas, será respetada. Que ustedes y nosotros tenemos la idoneidad requerida, para garantizar el proceso electoral, que con las limitaciones propias del contexto, será celebrado con los mayores niveles de igualdad de oportunidades, de equidad y objetividad.

Esa confianza, depositada por la población en nosotros, previo al evento, es un desafío muy grande. Es un reto y un compromiso que se nos impone. Es una cita con la historia, a la que no podemos faltar. Desde hoy, su interés, no es el interés particular, familiar, o sectorial. Es el interés de la nación, de esa nación que ha dicho: “en ustedes confío”.

Al convertirnos en guardianes de los derechos de todos y de todas, protegemos los derechos de cada uno de nosotros, y de cada una de ellas. 

¡Confiamos en vuestra honestidad! 

¡Confiamos en vuestra vocación democrática! 

¡Confiamos en vuestra identificación con los intereses políticos de nuestra nación, que es la suma de las inclinaciones particulares! 

¡Confiamos en el temple de vuestro carácter para resistir y enfrentar cualquier intento de alterar la voluntad popular, sea este intento pequeño o sea de magnitud significante!

¡Confiamos, en que cuando sean conocidos los resultados de este proceso electoral, el 15 de mayo en la noche, cada uno de nosotros pueda compartir, en la tranquilidad de su hogar, un mensaje de autosatisfacción, transmitido a sus seres queridos cercanos, por el orgullo del deber cumplido! 

¡Confiamos en vuestra integridad! 

Que nuestros hijos, nuestras madres y nuestros padres, cónyuges, hermanos y hermanas, vecinos y vecinas, en fin… que todo nuestro entorno nos reciba con alborozo. Que los miremos a los ojos, para recibir de ellos las palabras ¡gracias!, cumpliste con tu deber. 

¡Muchas gracias!



[2] Artículo 211 de la Carta Magna

 

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