En este momento tan solemne, me dirijo a ustedes en mi propio nombre y en nombre y representación de los señores Miembros de la Junta Central Electoral Roberto Saladín Selín, Carmen Imbert Brugal, Rosario Graciano de los Santos y Henry Mejía, así como de los Suplentes que ya se han mencionado, todos juramentados en el día hoy, con el fin de dar las gracias a este Honorable Senado de la República Dominicana por la elección a unanimidad de nuestras personas para conformar la referida institución durante el período 2016-2020, lo cual equivale a un gesto de confianza y distinción que nos impone un gran compromiso: devolver con honor lo que con honor se nos ha conferido.

En nuestro caso particular comparecemos por tercera ocasión ante esta Cámara Alta para juramentarnos y ser investido, en esta oportunidad, como Presidente de la institución por segunda vez, con la frente en alto, pero con reverente humildad ante las dimensiones de la responsabilidad que recae sobre nuestros hombros.

En estos días en que he permanecido sumido en profundas reflexiones tratando de establecer en el orden de prioridades que debe asumir este mandato que recién comienza y, fruto de la propia experiencia, he concebido algunas ideas que resumo a continuación.

E Pluribus Unun, dicen los latinos, que se traduce “de la pluralidad uno”, es decir, unidad en la diversidad. Pero esa unidad vendría no necesariamente por el contenido de la personalidad, afín o no, de las mujeres y los hombres que nos estamos juramentando hoy, sino por la identificación del propósito común, de una visión compartida y de la misión que se asume desde este momento. Sin lugar a dudas que si esta finalidad de unidad del mandato que recién inicia se encarna en nosotros, el éxito está asegurado y la encomienda no es otra que lo mandado por la Constitución y la ley.

Con esos principios como norte, nos concentraremos en las funciones fundamentales de la institución que hoy aceptamos conducir. Primero, la esencia de la Junta Central Electoral es, originalmente y por antonomasia, electoral. No podemos perder de vista nunca que nos han designado para organizar y dirigir las elecciones generales del año 2020, las cuales serán celebradas el tercer domingo de los meses de febrero y mayo de ese año. Por la complejidad de ese evento democrático los trabajos deben de iniciarse de inmediato, ya que aunque aparente está distante, realmente el tiempo se nos hará corto para el cumplimiento cabal de tan importante tarea. Elecciones justas y transparentes manda nuestra Constitución y la Carta Democrática de las Américas, en atención a los valores de libertad, equidad y objetividad.

Segundo, es una labor capital de la institución la de custodiar los atributos de la personalidad de los ciudadanos: nombre, domicilio, estado civil, capacidad, que son asentados en el Registro Civil al hacer constar los hechos jurídicos del nacimiento y muerte de las personas, así como los actos solemnes del matrimonio, aparte de la identidad y nacionalidad de los individuos. En una palabra, la Junta Central Electoral custodia la seguridad jurídica del origen de la familia dominicana, a fin de que nuestra nacionalidad no se diluya y desmorone por la falta de celo legal en el otorgamiento de la misma.

Tercero, hoy asumimos la administración responsable de la Cédula de Identidad y Electoral, que es el instrumento más eficaz de ciudadanización existente en el orden jurídico de la nación, ya que hace ostensible y palmaria la identidad de quiénes somos, además de que abre las puertas a la vida civil: permite trabajar, elegir, ser elegido, decidir sobre los asuntos propuestos en los referendos, casarse, contratar, estudiar, demandar, etc.; al mismo tiempo, debemos velar por las cédulas de militares y policías, así como la de extranjeros y menores, por las consecuencias constitucionales que se desprenden de la capacidad para el ejercicio de los derechos de ciudadanía.

Por último, pero igual en esta jerarquía de prioridades, es parte de este mandato asistir y auxiliar a nuestros partidos y agrupaciones políticas, coadyuvando a consolidar su democracia interna, mediante la transparencia y respeto de sus estatutos, en sus convenciones y primarias, en función a la indelegable misión de ser los responsables de las propuestas de candidaturas que incorpora la JCE a las boletas electorales en los distintos niveles de elección, propiciando y reglamentando campañas electorales equilibradas, cortas, pacíficas, con acceso equitativo a los medios de comunicación, transparencia en el financiamiento y sin abuso de los recursos públicos.

Por tales razones, al finalizar estas palabras reiteramos nuestro llamado a la unidad institucional, así como al cumplimiento de todos nuestros deberes y obligaciones inherentes a la investidura que hemos recibido.

De ser así, la Patria habría sido servida conforme a la magnificencia de nuestro legado moral y al sacrificio de nuestros Padres Fundadores.

Y por lo tanto, la paz, una gran paz se extendería por toda la República por haberse logrado la reconciliación del objeto de la voluntad del Pueblo Soberano y la consecución del ideal democrático.

Finalmente, ¡que viva la República Dominicana!, una y mil veces, ¡que viva!

Muchas gracias, muchas gracias a todos.

Dr. Julio César Castaños Guzmán
Presidente de la Junta Central Electoral