Juan Pablo Pozo dicta conferencia “La educación electoral y su impacto en el fortalecimiento de la democracia”

Juan Pablo Pozo dicta conferencia “La educación electoral y su impacto en el fortalecimiento de la democracia”

En ocasión del X Aniversario de la Escuela de Formación Electoral y del Estado Civil (EFEC)

Publicado por: Laura M. Castellanos/Wednesday, January 31, 2018/Categorías: Pleno JCE, Presidencia JCE, Conferencias, Relaciones Internacionales, Dirección de Comunicaciones, Escuela Electoral (EFEC)

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DISCURSO CENA CONFERENCIA: “La educación electoral y su impacto en el fortalecimiento de la democracia”.

Contexto: X Aniversario de la Escuela de Formación Electoral y del Estado Civil (EFEC).

Fecha: 31 de enero de 2018 - Hora: 7 pm


Buenas noches a todas y todos!

Es un honor y un privilegio haber recibido la invitación de la Junta Central Electoral de la hermana República Dominicana y de la Escuela de Formación Electoral y del Estado Civil; con la que juntos conmemoramos su décimo aniversario.

Decía la filósofa política alemana de origen judío, Hannah Arendt, que "Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político."

Nos hemos reunido para hablar de educación cívica, pero también para reflexionar sobre política, democracia y los aprendizajes que hacen que contribuyamos a la felicidad pública.
Como generaciones de las democracias en la Región debemos entender y asumir para qué y por qué queremos involucrarnos en los cambios trascendentales de los países desde nuestras instituciones políticas, electorales y en nuestra sociedad por la actoría de la sociedad civil. Nada de esto lo podemos lograr sin la efectiva formación cívica en democracia.

Es un reto hablar junto a ustedes sobre “La educación electoral y su impacto en el fortalecimiento de la democracia”, un tema sobre el cual no solo han desarrollado metodologías efectivas y experiencias exitosas, sino que han llevado desde la tierra dominicana el liderazgo en Latinoamérica.

Desde República Dominicana nos convoca, como ecuatorianos, el sentirnos en una sola Patria. En este suelo, aún reposan los recuerdos de los taínos, el encuentro entre las culturas y el significado de años de lucha en Nuestra América.

Con ustedes nos unen caminos y sueños, y en esa medida, mientras estuve como autoridad electoral tuvimos la oportunidad de articular acciones por el fortalecimiento de la democracia como la firma de un Convenio de gran trascendencia con la Junta Central Electoral con el propósito de generar y promover mecanismos de cooperación horizontal para el intercambio de experiencias con el fin de fomentar y fortalecer las buenas prácticas democráticas en el ámbito electoral mediante el Voto en Casa, que garantiza el derecho al sufragio de las personas con discapacidad.

Hoy desde mi rol como ciudadano y consultor en temáticas electorales, considero que es un privilegio compartir en la noche de hoy, y dividiré la exposición en dos aspectos que son importante: el primero, la educación electoral hacia el fortalecimiento de la democracia; y, el segundo, la Experiencia Ecuatoriana.-

Quisiera iniciar como punto de partida, lo que destaca José Ibáñez-Martín, pues señala que no es un invento de hoy la formación cívica e indica que tiene sus orígenes en el Siglo XVIII:

“Su importancia aumenta en la medida en que el hombre vive en un sistema político democrático, precisamente porque en él no se trata de amaestrar a súbditos en el silencio y la manipulación, sino de educar a verdaderos ciudadanos, capaces de ejercer una ciudadanía competente y responsable. Además, cada vez tiene mayor fuerza la idea de que una sociedad realmente democrática no se caracteriza solo por el valor político que se concede a la voluntad del ciudadano, sino también por el juego que se reconoce a la iniciativa social de la persona, ajena a cualquier condicionamiento político”

El enfoque anterior, abre una puerta para el análisis de los desafíos que existen en esa relación importante y, al mismo tiempo de múltiples complejidades, entre el Estado y la sociedad, a partir de la visión de los organismos electorales y de los diferentes actores que conforman el sistema político electoral. En ese sentido, desde la institucionalidad como de la sociedad civil se pueden interpretar las nuevas formas de entender las relaciones sociales y culturales, articuladas con las instancias de deliberación y aprendizajes en democracia.

Creo firmemente que los resultados efectivos de las políticas de formación en democracia no dependen únicamente de la voluntad política de los organismos electorales ni de sus autoridades, sino de la sociedad en su composición y particularidades, integrada por personas, instituciones, capitales simbólicos y los sistemas de interconexión e interrelación.

En su publicación “Estado, sociedad civil y democracia”, Eusebio Fernández García, señalaba que el problema de las democracias establecidas, tanto de las existentes como de las vigentes en los Estados de Bienestar, es que se confían – ya sea de forma ingenua o interesada-, demasiado en la democracia en el ámbito político y jurídico, y se olvidan del ámbito cultural y social en general. Y señala lo siguiente:

“Hay quien piensa, ingenua o interesadamente, repito, que cambiando las leyes se cambia la sociedad. Si una sociedad no vive cotidianamente los valores morales y culturales de la democracia liberal, es imposible que esta falta de vivencias sea sustituida por un texto constitucional”.

Por tanto, si bien es cierto, que para la actoría y acción colectiva en la sociedad se requiere de garantías constitucionales y la vigencia de los derechos, aún se tienen desafíos para consolidar las democracias a partir de la valoración y el respeto a las culturas diversas; garantizando la formación cívica de la ciudadanía.

Por su parte, en una entrevista en Diario “El País” a Thomas Piketty manifestaba que “la difusión de la educación y la inversión en el conocimiento (…) son probablemente los mecanismos más decisivos para la reducción de desigualdades”.

En esta medida, el trabajo para la superación de las brechas de las desigualdades es imprescindible en la consolidación de los sistemas democráticos, que no dependen exclusivamente de las políticas de los Estados y la legitimidad de los organismos electorales, de control social; sino del empoderamiento ciudadano.

El reto, además de las estabilidades democráticas de la Región, es la actitud y la toma de decisiones de la ciudadanía para consolidar su acción colectiva; donde es fundamental la importancia de la honestidad y la ética, de las autoridades e instituciones que promueven los valores democráticos.

Destaco en ese sentido al sistema electoral dominicano, con el que hoy tengo el honor de compartir, pues su actuación va más allá de organizar y administrar los procesos, de contar los votos y entregar credenciales a las autoridades electas; pues asumieron con responsabilidad los retos en la educación cívica democrática, dando el ejemplo como institucionalidad al interior de su país y en todo el continente latinoamericano.

En ese sentido, la Escuela de Formación Electoral y del Estado Civil de República Dominicana tiene mucho que celebrar en estos diez años: ustedes han constituido ese nexo tan importante entre el conocimiento real de los contextos y las respuestas ante las demandas en espacios de toma de decisiones.

En el caso de Ecuador, con la vigencia de la Constitución de la República, aprobada mediante referéndum popular en el 2008, y de la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas, Código de la Democracia; se estableció en el país la conformación de la Función Electoral integrada por el Consejo Nacional Electoral, encargado de administrar los procesos electorales, y el Tribunal Contencioso Electoral, que actúa en el ámbito jurisdiccional.

En este contexto, la razón de ser de los organismos electorales no solo se visualiza en las elecciones, sino que tienen competencias establecidas por el Código de la Democracia, artículo 25, numeral 17, que indica como función del CNE “promover la formación cívica y democrática de los ciudadanos incorporando el principio de interculturalidad”.

En este contexto, implementamos una estrategia de formación cívica democrática desde el Consejo Nacional Electoral de Ecuador, donde se instauró la política institucional “Del Escritorio al Territorio”, con acciones que conectaron el trabajo de la institución con cada una de las provincias, cantones y parroquias del país.

Con la Constitución de 2008 se establecen también ámbitos de actuación, tanto para los organismos como para la participación de la ciudadanía; igualmente, entre los principios de la administración pública, el artículo 227 señala que las Funciones del Estado deben responder al servicio de la colectividad bajo principios como la coordinación. Mientras que en el artículo 95 señala lo siguiente sobre el proceso de construcción del poder ciudadano:

“Las ciudadanas y ciudadanos, en forma individual y colectiva, participarán de manera protagónica en la toma de decisiones, planificación y gestión de los asuntos públicos, y en el control popular de las instituciones del Estado y la sociedad, y de sus representantes, en un proceso permanente de construcción del poder ciudadano. La participación se orientará por los principios de igualdad, autonomía, deliberación pública, respeto a la diferencia, control popular, solidaridad e interculturalidad. La participación de la ciudadanía en todos los asuntos de interés público es un derecho, que se ejercerá a través de los mecanismos de la democracia representativa, directa y comunitaria”. (Constitución de la República del Ecuador, 2008, artículo 95).

Considerando los principios constitucionales, el Consejo Nacional Electoral de Ecuador se preocupó por estar cercano a los debates, perspectivas históricas y normativa vigente, sobre la importancia y las complejidades en la articulación de políticas nacionales con las territoriales, para aportar al empoderamiento ciudadano y garantizar sus mecanismos de participación. Es por ello, que basó su trabajo en fortalecer, de forma cotidiana, la política “Del Escritorio al Territorio”, ampliando la dimensión de los procesos de formación cívica democrática y comprendiendo la necesidad de políticas integrales.

En ese sentido, la democracia no puede estar ajena a los contextos políticos,
económicos, sociales y culturales de los diversos actores, ni de la composición de las instituciones que garanticen su estabilidad y fortalecimiento. Para lo cual, me detendré en analizar diversas perspectivas para comprender la importancia de un análisis integral e interdisciplinar de los procesos.

Una de las grandes experiencias fue el programa “ABC de la Democracia”, que inicialmente constituyó un proyecto, pero que luego fue institucionalizado en el organismo electoral a través del Instituto de la Democracia, entidad adscrita al CNE y con rango constitucional. Para lo cual, contó con tres aspectos fundamentales: el primero, fue la definición de componentes que orientaban las líneas estratégicas; el segundo, la definición de contenidos mediante una metodología que incluía orientaciones para las y los facilitadores, así como cartillas de formación cívica; y, el tercero, las modalidades para participar dentro del programa mediante procesos de capacitación, incidencia y espacios interactivos en cada uno de los territorios.

Para lo cual, el ABC de la Democracia tuvo tres componentes fundamentales: el primero, es el “Yo me comprometo”, dirigido a jóvenes; el segundo, “Democracia Comunitaria”, cuyo público no sólo involucró a pueblos y nacionalidades, sino que también a gobiernos autónomos descentralizados, gremios, asociaciones y demás organizaciones de la sociedad, donde se trabaja junto a doce nacionalidades y dieciocho pueblos, en la tarea institucional de aportar en la construcción del Estado intercultural y plurinacional; y, el tercero, “La Ruta de Matilde Hidalgo” que estuvo dirigido a mujeres populares, urbanas, rurales y diversas.

El componente “Yo me comprometo”, surgió de la visión desde el Consejo Nacional Electoral, de acompañar a la juventud en el fortalecimiento de su participación democrática. La Constitución de la República (2008) señala a los jóvenes como grupos de atención prioritaria y los define, además, como “actores estratégicos” para el desarrollo del país. Esta denominación constituye una ruptura conceptual y política frente a la anterior Constitución (de 1998) que definía prejuiciadamente a la juventud como “grupo vulnerable”.

Actualmente sufragan las personas de 16 y 17 años con voto facultativo. Por tanto, gran parte del trabajo en el CNE e Instituto de la Democracia tuvo su base en realizar acciones junto a la juventud, procesando sus principales demandas y reivindicaciones. Es así como nacieron las campañas “No somos clientes, somos ciudadanos”, “Paredes limpias, candidatos honestos” y el proyecto de las “Escuelas de Formación Política y Social”.

Considero fundamental que la juventud debe asumirse con responsabilidad, porque constituyen esa generación que impulsa y sostiene los grandes cambios. La apuesta en las políticas públicas junto a la juventud debe centrarse en la realización de un diálogo intergeneracional y no poner barreras entre la niñez, la juventud, las personas adultas y adultas mayores.

En el caso específico del componente sobre “Democracia Comunitaria”, el principal desafío fue incorporar en las prácticas electorales, el conocimiento y el enfoque de las raíces ancestrales, que han hecho de Ecuador un territorio diverso y plural. Lo cual tuvo importantes antecedentes, pues en el año 2014 se inició como Consejo Nacional Electoral, con un trabajo de aprendizajes, basado en la metodología de diálogo de saberes, para conocer cómo se practica la democracia comunitaria desde los territorios.

Es importante retomar lo mencionado por la Constitución de la República, en su artículo 95, sobre los principios de participación y su ejercicio, los mecanismos de la democracia representativa, directa y comunitaria. De forma efectiva, en Ecuador, se ha avanzado en la representativa y directa, pero aún queda mucho por realizar en la comunitaria; pues sobre este tema, no existe una interpretación desde la normativa, para el ejercicio de los derechos.

Ecuador y Bolivia tienen las dos únicas Constituciones que en Suramérica se menciona a la democracia comunitaria, donde son fundamentales los principios de complementariedad y reciprocidad para su ejercicio.

El gran sueño de democracia comunitaria lo inició el Consejo Nacional Electoral, en la parroquia Ingapirca, provincia del Cañar en el año 2014; y desde ahí se realizaron los recorridos por comunas y comunidades. En los encuentros, se visualizaban rituales de agradecimientos a los Dioses, al “Tayta Inty”, a la Pachamama, ofrecían la Pampamesa, se convivía junto a comuneros en alta mar y se dialogaba sobre sus mecanismos internos de democracia.

Los diálogos de saberes como una modalidad dentro de las estrategias de educación cívica aportan al enfoque de ciudadanizar a los organismos electorales y fortalecerlos como una instancia que no solo organiza los procesos electorales, sino que lleva la práctica democrática hacia cada uno de los territorios, con la participación de todas y todos; es por ello, que con las lecciones aprendidas y los resultados de la metodología contribuye al aprendizaje permanente y el respeto a los derechos colectivos.

Es importante precisar que el diálogo de saberes como enfoque y metodología, no es un término nuevo ni una invención desde la práctica democrática y electoral.

En diferentes ámbitos de investigación académica se ha analizado en profundidad su dimensión. Castro-Gómez, por ejemplo, afirmó que “de nada sirve incorporar la transdisciplinariedad y el pensamiento complejo, si ello no contribuye a permitir un intercambio cognitivo entre la ciencia occidental y formas post-occidentales de producción de conocimientos”.

El diálogo de saberes igualmente se ha aplicado en la investigación-acción y extensión rural, donde Irenilda de Souza Lima, por ejemplo, lo abordó en el XXIX Congresso Brasileiro de Ciências da Comunicação, desde Brasilia; ahondando en sus obstáculos epistemológicos. Precisó que esta propuesta se refería a la relación entre los sujetos, y que no se les percibió como objetos o depositarios de conocimientos originados en centros de investigación; y enfatizó en las metodologías y los enfoques colectivos, construyendo conjuntamente el saber técnico.

Considerando cada uno de los enfoques anteriores, y dado el carácter de la interdisciplinariedad en la concepción técnica y metodológica de los diálogos de saberes, se articuló este proceso en Ecuador a los mecanismos de participación establecidos en la Constitución de 2008, así como con las políticas del organismo electoral con respecto a los procesos de formación cívica. Sin duda, esto ha constituido un enfoque permanente en la gestión; donde la institución electoral aprende y construye con base al saber territorial y de las formas expresión de las comunidades, comunas, pueblos y nacionalidades.

El tercer componente del ABC de la Democracia, y que quisiera compartirles, es “La Ruta de Matilde Hidalgo”, cuyo objetivo se enfocó a la reflexión y profundización sobre democracia y la participación política de las mujeres, a través de la figura y el ejemplo de Matilde Hidalgo de Procel: pionera del sufragio femenino en Ecuador y Suramérica.

También el componente del programa impulsó el debate, a partir de la presencia centenaria de mujeres trascendentales ecuatorianas como Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango, Nela Martínez y todas las que con sus ejemplos, sobre las reivindicaciones por una sociedad más justa, con la necesaria e importante participación política de las mujeres en el destino del país y de sus decisiones democráticas.

Matilde Hidalgo, cuya intensa trayectoria inspiraría las luchas sufragistas y de reivindicación sobre la igualdad de género, desde 1924 hasta la actualidad, guió las capacitaciones y los procesos de formación cívica democrática. En ese sentido, se asumió la recuperación de su memoria histórica; pues se enfrentó a muchos estereotipos en su época, por ejemplo, cuando quiso ingresar al colegio masculino Bernardo Valdivieso; cuando estudió medicina y se convirtió en la primera médica ecuatoriana.
También representó a Loja ante el Congreso Nacional como diputada alterna.

Con el ABC de la Democracia se resaltó el valor innegable de las mujeres que pudieron alcanzar una visibilidad y un poder para tomar decisiones e impulsar procesos, a partir de sus logros con conquistas a nivel constitucional y legal; y también de las mujeres que han tenido nombres y rostros anónimos, quienes lograron cimentar un capital social e histórico que hoy ha pasado factura a sus representaciones simbólicas, al cabo de los años, por haberlas condenado al silencio, a partir de prácticas machistas y patriarcales.

Estas luchas históricas no pueden estar jamás ajenas a los procesos de educación democrática. Las mujeres y las personas LGBTI siguen demandando la transformación de patrones socioculturales así como la defensa al acceso a espacios de participación y representación, junto a su posicionamiento para la toma de decisiones.

Los retos principales de la formación cívica democrática siguen poniendo sus énfasis en la formación de mujeres empoderadas para que sea efectiva su es la participación política de las mujeres en los procesos electorales, pues se seguirá profundizando la sensibilización y la capacitación en todo el ciclo electoral, sobre la importancia de los diferentes roles que las mujeres tienen en la democracia: como ciudadanas, votantes, candidatas, lideresas, veedoras, observadoras y servidoras públicas del sistema electoral.

Para finalizar quisiera resaltar el rol de la educación cívica a partir de este diálogo necesario para la democracia entre lo local-nacional-regional y mundial, que viene a tener especial significado con el aporte de Manuel Castells; quien en su clásico La era de la información se convencía de que “hemos entrado en un mundo verdaderamente multicultural e interdependiente que sólo puede comprenderse y cambiarse desde una perspectiva plural que articule identidad cultural, interconexión global y política multidimensional”.

Por tanto, esto representa otro gran desafío: el rol de la nueva gestión pública, del Estado y sus funcionarios públicos, en establecer canales abiertos y democráticos con la ciudadanía, en el contexto de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Eso es sin duda un gran reto para la democracia.

La ampliación y fortalecimiento de los mecanismos colectivos para la difusión y defensa del orden democrático, cobra enorme relevancia para promover la institucionalidad democrática, el Estado de derecho, el orden constitucional y la paz social de nuestros pueblos, en el ámbito de los espacios de diálogo y las herramientas comunicacionales actuales.

Antes de finalizar quisiera darles las gracias a las queridas y queridos amigos por su hospitalidad, por lo vivido y lo aprendido en todos los años en los que hemos establecido acciones conjuntas, pero sobre todo, por lo asumido y el devenir histórico.
Desde esta tierra hermosa tierra también puede contarse el pasado de nuestros pueblos, y también el futuro no como Estados aislados, sino en un marco de cooperación e integración. ¡Y qué mejor que a través de la educación electoral que nos prepara para decidir con conciencia democrática!

Nuestros procesos siempre tienen que llevar en su esencia la lucha por la igualdad, que es la esencia de las luchas frente a las inequidades y la esencia de las demandas. Debemos enseñarles a nuestros hijos e hijas, a la juventud, a amar y a vivir lo diverso, lo que nos une y los que nos convoca.

Hoy queremos que nuestras naciones continúen involucrándose en el camino hacia el fortalecimiento de la democracia, desde la capacitación cívica y democrática con enfoque intercultural, intergeneracional, de discapacidades y de género.
Estamos convencidos que la educación cívica ciudadana es clave para una representación y participación responsable e informada de la ciudadanía, no solo en los procesos electorales, sino también en los procesos de participación ciudadana.
Quisiera concluir con dos ideas fundamentales: sepan siempre que ¡la democracia se aprende con el ejercicio de los derechos!; y tengan absoluta claridad que ¡los vicios y problemas de la democracia se solucionan con más democracia, nunca con menos! ¿Cómo defiendo mis derechos si no los conozco?

Sigamos juntos trabajando y comprometidos con la democracia, pero sobre todo, poniéndole corazón a cada hito y camino labrado desde la Escuela de Formación Electoral y del Estado Civil de República Dominicana que hoy cumple su décimo aniversario.

Les dejo con un pensamiento que siempre me emociona del sabio guaraní Karai Miri:
“… debemos mantener siempre encendido el fuego del corazón para que reviva el espíritu de la palabra, pues solo así podremos reencontrarnos con los demás, con los otros, pero sobre todo, podremos reencontrarnos con nosotros mismos... El espíritu de la palabra, que da vida el fuego del corazón, hará posible que podamos conversar con amor y con respeto, con el espíritu de la tierra, de la naturaleza y el cosmos”.

Y en efecto, "Para transformar la vida hay que tener siempre encendido el fuego en el corazón"… Por tanto, para transformar a nuestras instituciones, a las que les damos vida y sentido, hay que tener encendido el fuego en su esencia. Y tener conciencia que la construcción de instituciones sólidas y ciudadanía con empoderamiento es parte de la identidad de la nación.

MUCHAS GRACIAS Y FELIZ ANIVERSARIO.
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Laura M. Castellanos

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